Superhéroe

De niño, Godo soñó con ser un héroe de película para salvar a los humanos de los peligros terrenales. Para ello consumió altas dosis de historietas y cada tira televisiva que le brindó la industria cultural de su tiempo. Hasta ahí, nada muy distinto al resto de los niños de su generación. Lo curioso es que, con casi treinta años, no parecía tener otra ambición.

Pasaba los días y las noches desvelado, y vivía atento a las noticias del telediario y a los portales de Internet. Cuando se enteraba de algún peligro en su ciudad, se calzaba la capa y el antifaz y subía a mil por la escalera hasta la azotea de su casa (para ganar tiempo, andaba a todas horas con su traje negro de resina puesto). Allí forzaba siempre un correteo con el disparatado propósito de elevarse y remontar vuelo. Por supuesto que su ridícula insistencia acababa siempre en frustración. No obstante, con los años, su tozudez se volvió visceral: la pretensión de volar se hizo aún más fuerte que su desinteresado afán de servir a la humanidad.

Una noche, Godo escuchó en el noticiero acerca de un robo en las inmediaciones, con toma de rehenes. No dudó. Muñido de su equipaje, se lanzó hacia la terraza para intentar, por enésima vez, elevarse en las alturas. Pero esta vez sí lo consiguió: primero planeó por lo bajo, para luego tomar velocidad y progresar en el aire. Tan emocionado estaba que hasta se olvidó de la localización del incidente. Por lo cual debió regresar, tomar debida nota y volver a salir.

Cuando llegó, ya todo había concluido. Godo se abrió paso por entre la multitud de periodistas y curiosos que, junto a las fuerzas del orden, habían invadido el lugar. Supuso que con su sola presencia de superhéroe lograría acceder en forma directa a la escena del delito. Pero la policía lo arrestó y debió pasar varios días entre rejas.

Sin embargo, estaba feliz. El fracaso circunstancial sólo había sido una contingencia. Él sabía que el próximo rescate iba a ser exitoso. Es que a Godo, como a tantos superhéroes que andan por el mundo salvando vidas, no hay desaire que pueda neutralizarlo. Optimismo es una materia de la que están dotados los de su condición.

Imagen: Cottonbro Studio – Gentileza: Pexels

De: Días de Insomnio

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