Relatos breves del autor

Gabriel1GABRIEL COCIMANO (Buenos Aires, 1961) Periodista (UNLZ) y escritor. Entre sus obras se encuentran El fin del secreto (2003), Consumidos (2005), Mitos de Tierras Calientes (2007) y Sombra que fue y será (2011). En 2012 publicó el blog Exiliado en el Edén, una bitácora de viajes. En 2015 apareció Café de los Milagros, su primer volumen de relatos. En 2021, Días de Insomnio, disponible en la web.

 

La amante de la Rue Bermont

En un pueblo francés cuyo nombre mantendré en reserva, cuentan que una bella mujer se enamora cada noche de algún incauto paseante de la rue Bermont, una estrecha y concurrida callejuela que atraviesa de norte a sur el pequeño burgo de la Provenza. Dicen que aparece, tan sorpresiva como discreta, en algún restaurante o brasserie para cortejar al afortunado galán al que amará hasta el amanecer. La amante de la Rue Bermont

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Fotografía: Nate Cohen – Gentileza: Pexels

Los olvidados

En ese pueblo de casas bajas y desgajadas por los estragos del tiempo, de paredones raídos, desnudos, horadados por el olvido, en ese caserío de callecitas empedradas zigzagueantes, invadidas por el calor viciado del valle infértil, de un ligero aroma a sulfato, todos sus moradores esperaban. Los olvidados

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(Publicado en Revista digital de Cultura Almiar N° 108) – Fotografía de Pedro M Martínez

Amores infructuosos

La ninfa Calipso le ofreció a Ulises la inmortalidad y la juventud eterna a cambio de que el héroe accediese a permanecer a su lado. Sin embargo, él se cansó de los halagos de aquella y, añorando a su esposa Penélope, decidió retornar a su hogar. Algunas leyendas cuentan que Calipso, que habitaba en soledad una isla del Mediterráneo occidental, murió de pena. Amores infructuosos

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Fotografía: Ekaterina Bolovtsova – Gentileza: PEXELS

Un templo singular

En una remota isla, en los confines del sur, existe un templo que desafía los protocolos sagrados. En ese sitio, los devotos no solo imploran y agradecen las gracias concedidas por su Dios. Allí también, y en esto radica la magnanimidad del lugar, están permitidos los reproches y las amonestaciones a la divinidad. Incluso, hasta los insultos (…) Cuento completo: Un templo singular

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Arte de Cottonbro – Gentileza PEXELS

 

El hombre del amanecer

Echó una mirada hacia la laguna y cruzó el callejón rumbo a su casa. Eran las ocho de la mañana. Llevaba un puñado de peces —su almuerzo de todos los días— y el aparejo de pesca. «La Alborada» era su lugar en el mundo, una elemental cabaña justo frente a la albufera, ese pequeño paraíso rodeado de alamedas. Allí correteaban Alba y Aurora, las dos perritas mestizas que lo escoltaban a sol y a sombra (…) Cuento completo: El hombre del amanecer

El hombre del amanecer

(Publicado en Revista digital de Cultura Almiar N° 108) – Fotografía de Felix Mittermeier

Desterrados de amor

Acosada por su propia historia, Marlene se refugió en una ciudad singular. (…) Con el correr de los días, se dio cuenta de que su elección no había sido casual: la ciudad que la acogió hospedaba a hombres y mujeres exiliados por desamor. Todos sus habitantes eran seres habitados por el fracaso amoroso. Opaca y gris, la urbe lucía como su gente: triste, solitaria, taciturna. El cielo siempre estaba nublado; la fisonomía urbana era sombría; el espíritu de sus habitantes, desangelado (…) (Desterrados de amor)

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Fotografía de la artista Olga Lioncat – Gentileza PEXELS

(Publicado en CortoRelatos.com)

En tránsito

A Clemente Couselo nada lo hacía más feliz que asistir a un evento social por el solo hecho de saludar a los presentes y retirarse. El hombre organizaba tertulias con la única intención de ausentarse una vez comenzadas. Incluso, solía proyectar dos o más reuniones casi al mismo tiempo en diversos sitios, solamente para consumar su extraña rutina: llegar a un lugar nada más que para irse.

Las reuniones familiares y sociales lo aburrían. Pero estaba dispuesto a soportar estoicamente cualquier desafío con tal de regocijarse con el momento de la retirada. Decía tener una vida social intensa, pero sus allegados apenas conocían de su boca unas pocas palabras, entre ellas, ‘hola’ y ‘adiós’. Concurría gustoso a las ceremonias religiosas de los casamientos, aunque la mayoría de las veces se ausentaba, incluso antes de que llegasen los novios. En los hospitales se despedía hasta de los pacientes que jamás había visto.

Puntilloso y gentil, con su clásico morral y el teléfono celular en la mano, era capaz de recorrer largas distancias para asistir a una velada en la que no se demoraría más de diez minutos. En algunos eventos puntuales que lo tenían como invitado apenas si saludaba en la puerta a los presentes. Las despedidas de fin de año eran sus preferidas: partía a las nueve de la noche para concluir recién a las seis de la mañana, tiempo en el que dedicaba la visita a todos los amigos a quienes solo conocía de haberlos saludado alguna vez.

Harta de sentir que su marido visitaba su propia casa, la mujer de Clemente lo abandonó días después de haberse casado.

Hombre De Negocios Sin Rostro Cruzando La Calle En La Ciudad

Artista: Ono Kosuki . Gentileza PEXELS

(Publicado en: El Narratorio. Antología literaria digital N° 45)

La sirena

Según algunos poetas grecorromanos, las sirenas habitaban unos islotes rocosos a la espera de seducir con sus cantos a los navegantes que surcaban las costas. De esta forma, los marinos sucumbían al hechizo de aquellas criaturas, cuyas voces hipnóticas los conducían a la muerte. Al parecer, nadie ha podido librarse de su embrujo, excepto el legendario Ulises, que se hizo atar al mástil de su barco para no caer en la tentación de rendirse a ellas. Pero, claro, era un héroe mitológico (…) Cuento completo: (La sirena)

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Ilustración gentileza: fairy-tail-fanfiction.fandom.com

El silencio de Tumbabwe

En la lejana aldea de Tumbabwe, el silencio era considerado una de las mayores riquezas. Los ancianos de la tribu lo aconsejaban como la más alta fuente de energía, necesaria para la guerra, la caza y la recolección. Para la cosmovisión tribal, el vigor del hombre radicaba en su propia voz: malgastarla era considerado un derroche inconveniente (…) Cuento completo: (El silencio de Tumbabwe)

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Artista: Leif Blessing – Gentileza: PEXELS

(Publicado en Espacio Ulises)

Superhéroe

De niño, Godo soñó con ser un héroe de película para salvar a los humanos de los peligros terrenales. Para ello consumió altas dosis de historietas y cada tira televisiva que le brindó la industria cultural de su tiempo. Hasta ahí, nada muy distinto al resto de los niños de su generación. Lo curioso es que, con casi treinta años, no parecía tener otra ambición (…) Cuento completo: (Superhéroe)

Superheroe

 

El Orden

Cuando niño, en la chacra familiar, su padre lo dejaba al cuidado de la huerta. Como era fanático del orden, el pequeño no podía tolerar que algunos retoños crecieran curvos o que las raíces sobresaliesen más de la cuenta o que las hojas se excedieran en cantidad. Cuando notaba alguna anomalía de ese tipo, se empeñaba en extirparla.

El niño creció, y su familia lo dejó al cuidado de los animales. Como era un obsesivo del orden, el joven no podía consentir que las ovejas pasten en sitios inconvenientes o que las vacas se alejen de los campos delimitados o que los cerdos intenten salirse de su chiquero (…) (El Orden)

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Obra de Engin Akyurt – Gentileza: PEXELS

(Publicado en CortoRelatos.com)

Aguas Milagrosas

Hay ríos que detentan cualidades prodigiosas, extrañas a su propia naturaleza. El Ganges, por ejemplo, es el río sagrado de la India, capaz de limpiar los pecados de los mortales y liberar sus almas en el camino hacia la resurrección. Ciertos ríos centroamericanos, según las cosmovisiones nativas, están habitados por espíritus femeninos, y las mujeres son sus principales guardianas.

El arroyo Tres Puntas es un delgado cauce de agua que sólo los lugareños de una lejana localidad del Sur conocían. Años atrás, los niños y adolescentes de la zona iban allí a pescar ranas (…) (Aguas Milagrosas)

Hombre Anónimo De Pie En El Agua

“Hombre anónimo de pie en el agua”, de Mathias PR Reding – Gentileza: PEXELS

(Publicado en CortoRelatos.com)

Reputación

En todo el mundo las fuerzas del orden han logrado forjar una triste fama: su sentido de la demora a la hora de socorrer a las víctimas de delitos. El cine suele parodiar este rasgo de la inoportunidad policial en cientos de filmes. Sin embargo, Camilo Sánchez Sola, el oficial de policía de una pequeña localidad pampeana, parece contradecir aquella reputación (…) (Reputación)

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Imagen: Faruk Tokluoglu – Gentileza. PEXELS

(Publicado en CortoRelatos.com)

El hombre que asiste a los funerales

Nadie lo conoce. Sin embargo, el hombre de traje negro y sombrero, mezclado entre los asistentes, amable y complaciente a la hora de acompañar a los deudos, siempre aparece en la funeraria del pueblo cada vez que fallece algún vecino. Con el tiempo El Menda, tal como le dicen, se ganó un modesto reconocimiento entre los asistentes a todas las exequias celebradas en aquella aldea (…) (El hombre que asiste a los funerales)

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Obra de KoolShooters – Gentileza: PEXELS

(Publicado en CortoRelatos.com)

Efímero

Existe una infinidad de hierbas y arbustos a los que la sociedad les atribuye propiedades benéficas desmesuradas. Sería ocioso enumerar las bondades del aloe vera, la chía, el diente de león o la maca, por citar sólo algunas (…) Lo mismo ocurrió en el pueblo con Salvador Trento. No se sabe bien por qué, pero el hombre gozaba de una fama desmedida entre sus compueblanos (…) (Efímero)

(Publicado en CortoRelatos.com)

La posada de los vampiros

La posada Penique ofrece, entre otros atractivos turísticos, una visita a la alcoba de los vampiros. Es por esto que su fama excede los módicos límites de su entorno: hasta allí llegan miles de turistas obsesionados con la leyenda del vampiro más exitoso, Drácula (…); lejos del Este europeo, enclavada en las oscilantes colinas del Sur, la posada adquirió notoriedad no solo por el clima benigno de su geografía sino, sobre todo, por el marketing de sus atractivas criaturas hematófagas. (La posada de los vampiros)

Foto De La Luna Durante La NocheFotografía: Rok Romih – Gentileza: PEXELS

(Publicado en CortoRelatos.com)

Plaza Deseo

La Plaza Deseo era todo cuanto podían anhelar los aspirantes a amantes en aquella pequeña aldea del Sur. El módico predio constituía el único espacio permitido para los arrumacos de las jóvenes parejas casaderas. Fuera de su perímetro, los novios no podían siquiera tomarse de las manos. Esta férrea costumbre victoriana formaba parte de los usos heredados de alguna vieja dictadura. (Plaza Deseo)

plaza deseo

Publicado en CortoRelatos.com

Musas

Algunos poetas suelen forzar el insomnio con la singular convicción de poder retener así a sus musas, como si la vigilia fuese por sí misma garantía para sus propósitos. Muchos prueban suerte valiéndose de aditivos: flores, hierbas o bebidas espirituosas. Otros realizan largas caminatas, y hasta elevan singulares plegarias.

A lo largo de la historia, centenares de poetas han intentado vanamente forzar una inspiración que nunca les llegó. Las musas suelen ser inaprensibles: más de un poeta se ufanó alguna vez de poseer una, y a los pocos segundos acababa desvaneciéndosele en el aire. Otros, creyendo detentarla, cayeron en la cuenta de que solo se había tratado de una vana ilusión. Por el contrario algunos artistas, teniéndola al alcance de sus manos, jamás advirtieron su presencia.

Este relato está dedicado a aquellos que nunca han tenido siquiera la esperanza de hallar alguna, ni aun en los trances más insólitos y extravagantes. A quienes no sueñan con la presencia ni la asistencia de divinidades para concebir una palabra o idea que los precipite a la eternidad.Resultado de imagen para musas

Primera cita

Cada noche previa a un primer encuentro amoroso, Larcher no podía dormir. En su desvelo, ensayaba todas las estrategias de seducción posibles. Como nunca acertaba con ellas, sus aproches culminaban en la más absoluta improvisación.

En verdad, aquellas jornadas de insomnio le generaban renovadas expectativas. A tal punto que llegó a disfrutar más de esas previas que del tête-à-tête con la dama de turno. Tenía tanto carisma para concretar una cita amorosa como impericia para alentar el encanto femenino. Con lo que, casi siempre, todo terminaba con la deserción de la mujer.

Dos Personas, Brindar, Flauta, Vasos

Imagen: Pixabay – Gentileza: PEXELS

Con el tiempo se fue resignando a esa única faceta. Y las pocas veces que lograba superar con éxito el primer encuentro, cometía un sinfín de torpezas: se manchaba la ropa durante alguna cena romántica, ensuciaba el galanteo con alguna frase inapropiada, se dormía en los hoteles. Decidió entonces abortar todo intento de progreso afectivo, convencido de que su fascinación estaba puesta en los preludios de un encuentro amoroso más que en su consumación.

Por tal motivo, se impuso la obligación de decirle adiós a cada una de sus mujeres al finalizar la primera cita.

Pueblo insomne

Existió un pueblo en donde jamás se ponía el sol. Sus habitantes no conocían la noche: los últimos rayos de luz del atardecer preanunciaban la inminente aparición de la alborada. Allí, los comercios nunca cerraban sus puertas; los bancos y la administración pública trabajaban durante las horas que circundaban el cenit. Los asalariados estaban obligados a extender sus horarios de trabajo para poder alimentar a sus familias; los explotadores, en cambio, controlaban sus posesiones solamente unas pocas horas en el día.

Hombre De Pie Sobre La Rama De Un árbol Durante La Puesta De Sol

Imagen: Lukas Rodríguez – Gentileza: PEXELS: 

En aquel sitio, los seres tampoco conocían el sueño. Los trabajadores no podían dormir, ya por tristeza o preocupación. Los ricos, empeñados en cuidar de sus pertenencias, tampoco descansaban, ante el temor a ser despojados. Los delincuentes y las fuerzas de seguridad trabajaban para la misma facción. Los abogados y contadores, también. Los políticos solo se empeñaban en mantener el statu quo imperante. En tanto los amantes secretos y los poetas habían logrado aguzar el ingenio para ejercitar sus más temerarios deseos. El insomnio general había desarrollado en sus habitantes una natural cautela, una reserva de carácter cercana a la insensibilidad.

Pero ahí quedaron, sin aliento ni consuelo, los eternos hacedores de la revolución. Por cierto, extrañaban la materia que había dotado a sus antecesores de naturaleza insurrecta: la noche. Ellos estaban obligados a ocultarse durante el atardecer detrás de sus sueños libertarios, sabedores de que disponían apenas de unos instantes para concretar sus propósitos. Los pocos minutos tras los cuales la tarde se convertiría en amanecer.

Un manual engañoso

En la biblioteca de un remoto pueblo del Sur existe un extraño libro que tiene la particularidad de alterar algunas palabras toda vez que un nuevo lector se dispone a abordarlo.

Se trata de un manual que recorre historias sobre mitologías locales, y es ávidamente consultado por folcloristas y antropólogos. Cierta vez, un docente rural pudo constatar que la fecha de una crónica acerca de un personaje mitológico regional no se correspondía con la de la fotocopia de igual página que obraba en su poder. Por su parte, otro investigador que recababa datos sobre un extraño ser que asolaba la región encontró en el libro descripciones físicas opuestas en diferentes consultas. En fin, se supo también que muchos otros lectores hallaron modificados no solo nombres propios sino también áreas geográficas, y hasta alterado el nombre del autor del volumen.

Motivo por el cual los estudiosos de aquellas mitologías suelen tener informaciones diversas sobre los mismos asuntos, incluso opuestas. No logran tejer hipótesis coherentes ni descripciones análogas ni compatibles. Mucho menos hay acuerdo a la hora de citar al autor, por lo que el abordaje de la materia en cuestión ya recorre varias generaciones sin ningún criterio certero.

Hardy

Resultado de imagen para g h hardyAlguna vez un encumbrado científico ateo de la elite cultural occidental dejó sus prejuicios de lado y conmocionó a sus pares al apoyar a un autodidacta desclasado del tercer mundo. El notable investigador, desoyendo los recelos de la sociedad de su tiempo -y probablemente también los suyos propios- decidió patrocinar las investigaciones de un genio intuitivo e impar, que no se inscribía en el canon de la ciencia occidental clásica. Se necesitaba grandeza y altruismo para reconocer la genialidad ajena y trabajar a su sombra.

En los albores del siglo XX, G. H. Hardy, uno de los investigadores de Cambridge más notables de su época, amparó en su núcleo intelectual a Srinivasa Ramanujan, acaso el matemático de mayor calibre de los últimos siglos. De origen indio, pobre y con solo la instrucción escolar, el joven Ramanujan fue víctima del desprecio racial y de clase de la sociedad inglesa, pero su genio instintivo y clarividente pudo brillar gracias al amparo institucional de Hardy, y sobreponerse a su propio destino.

Ramanujan es la anomalía. Hardy el soporte, el código, la plataforma. Sin la generosidad y la magnitud humana del segundo no habría existido el primero. Hay hombres que deslumbran a la humanidad. Otros, que la glorifican.

 

Un espíritu travieso

Durante siglos fue muy conocida en ciertas regiones europeas la práctica de los varones recién casados de exhibir la sábana manchada con la sangre de sus esposas desfloradas durante la noche de bodas. Por entonces, la virginidad era un bien altamente preciado en las jóvenes casaderas. Aquella costumbre era alentada por los familiares y formaba parte de los usos y costumbres de esas sociedades.

Una aldea italiana de la Toscana no estaba exenta de esas prácticas. Pero una noche la desdichada joven Francesca Binaghi falleció de una hemorragia, tan vertiginosa que no hubo tiempo para salvarla. El pánico se apoderó de todos los vecinos, y lo que iba a convertirse en felicidad trocó en desdicha.

Desde entonces dicen en el pueblo que un espectro suele aparecerse ante los prometidos varones, aconsejándolos sobre la inutilidad de semejantes hábitos. Al parecer, se presenta de distintas formas: hay quienes dicen haber visto el clásico fantasma cubierto con la sábana ensangrentada; están los que solo escuchan voces, murmullos y carcajadas. Y también quienes creen que la aparición incita a las jóvenes casaderas a sublevarse contra sus propios mandatos, controlar su himen y engañar a sus futuros pretendientes.

Lo cierto es que el espíritu travieso suele recorrer los rincones más ocultos del pueblo toscano, para el regocijo de las mujeres y la incredulidad masculina.

Entre las tumbas

El hombre tenía sueños recurrentes: soñaba con nombres de personas desconocidas cuyas historias también le eran desconocidas. Cierta vez descubrió azarosamente que algunos de esos nombres figuraban en las tumbas del cementerio de su pueblo. Entonces se tomó el trabajo de apuntar en un borrador los nombres que soñaba, para recordarlos. Y decidió asistir al cementerio cada mañana para confirmar sus presunciones.

Soporte De Cruz Marrón Sobre El Césped

Fotografía: Miguel A Padriñán – Gentileza: PEXELS

Pasaron los días, y soñó no solo nombres e historias sino también la ubicación exacta dentro del cementerio en donde se hallaban las tumbas de las personas con las que soñaba. Y, en efecto, corroboró que los sitios eran precisos. Tiempo después, se sumaron a sus sueños cotidianos fechas y edades, que pudo ratificar con igual certeza. Y comprobó que, en todos los casos, había un factor común: los nombres con los que soñaba eran de personas fallecidas antes de fin de siglo.

Cierta noche, nada pudo soñar. Sin embargo, la mañana siguiente sintió curiosidad e igualmente se dirigió al cementerio. Caminó largo rato por entre las tumbas hasta que algo le atrajo la atención: una de ellas llevaba su nombre. Sorprendido, se dirigió a la oficina de administración para indagar sobre aquella coincidencia. Allí le informaron que la persona inhumada en ese sitio había sido uno de los sepultureros del lugar. Fallecido en el año 2000.

Desconcertado, el hombre comenzó a caminar y se perdió de vista entre las tumbas.

Playa Girón

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Playa Girón, obra de Oswaldo Guayasamín

La imagen estremece. En la playa, dos escuálidas figuras acurrucadas sobre la arena tomándose las cabezas con sus propias manos expresan el dolor más intenso que pueda reflejar el género humano: el hallazgo del cadáver de un hijo. El gesto irrefutable de ese hombre y esa mujer, con sus largos brazos acodados y las cabezas reclinadas, con el llanto inevitable dibujado en sus rostros, rodean el cuerpo inerte del joven tendido sobre la arena. Poco importa ya que unos balazos hayan acabado con su vida. Está muerto. Incluso, en la oscuridad de la noche, hasta la sangre parece invisible en su desnudez. Esos dos seres están doblados, retorcidos por el inmenso dolor de presenciar la imagen de su hijo asesinado. Todo lo demás: Dios, los dioses, el tiempo, apenas si podrán reparar la flagrante mutilación de esas almas.

Ese cuadro desgarrador sucedió una noche en una playa. Pudo haber sido cualquier noche en cualquier playa. Pero no.

Esa noche del 17 de abril de 1961 en Playa Girón, en la Bahía de Cochinos, tropas de exiliados cubanos patrocinados por la CIA invadieron la isla de Cuba para intentar tomar el control militar, en manos de la revolución liderada por Fidel Castro. El óleo del artista ecuatoriano Oswaldo Guayasamín, titulado Playa Girón, refleja el sufrimiento de las familias que perdieron a sus hijos en esa batalla.

La cicatriz de Adele

Los periódicos consignaron que la cicatriz de Adele no iba a sanar. Primero temí lo peor, pero con el paso de los días me acostumbré a esa incómoda incertidumbre. Para colmo, a cada instante el panorama informativo me recordaba, como un eco, el infortunado suceso. Comencé a sufrir de insomnio y, como si fuera poco, a padecer trastornos de ansiedad.

Ilustración de Conrad Crispin Jones

Decidí consultar los portales internacionales de noticias para saber cómo informaban, y me topé con la misma decepción. Pero claro, con el tiempo me di cuenta de que esos portales levantan la información de los medios locales más influyentes. Entonces, sentí un elemental esperanzador alivio.

Días después, a través del periodismo y las redes sociales se convocó a una marcha popular para pedir por el esclarecimiento del hecho. Miles de personas se concentraron en la plaza con pancartas y estandartes, pidiendo justicia por los responsables de la cicatriz de Adele. Se elaboró un petitorio para ser tratado en carácter de urgente por el parlamento de la Nación. El caso, como era de esperar, llegó a manos de la Suprema Corte de Justicia. Y la prensa internacional se escandalizó de que las instituciones locales no diesen respuesta a tan sensible conflicto.

Pocos días después vi a Adele en persona. Lucía feliz, ante la mirada atónita e ingenua de todos. Mientras los periódicos continuaron reflejando una impostada ansiedad por su preocupante estado de salud, los que nos sorprendimos al verla -no diría radiante, pero sí serena- nos conmovimos por la incomprensible repercusión mediática.

Desconcierta que los periódicos, la TV y las redes sociales siguieran inquietando a sus espectadores con la situación de Adele. En las pantallas de los bares, en los comercios, los consultorios médicos, las redacciones y las casas de familia, no se hablaba de otra cosa. Y, sin embargo, yo la vi y gozaba de buena salud.

La obstinación por mediatizar el padecimiento de Adele me pareció en sí mismo un despropósito. Pero el empeño de quienes, habiéndola visto en perfecto estado, han perseverado frente a la pantalla de TV consumiendo sus alternativas, roza la locura.

Poco tiempo después, la noticia entró en una pendiente, y los medios comenzaron a olvidar la cicatriz de Adele. Ahora han puesto el foco en el tobillo de Ezequiel. El nuevo caso gana cada día más espacio en los medios, y la prensa no oculta su codicia de morbo y efectismo. De nuevo, la indignación de la gente primero, la búsqueda de culpabilidades después, la apelación a la Justicia, las marchas populares por el esclarecimiento de los sucesos y la alarma mundial por su salud.

Yo me siento eximido de poner mi neurosis en esta nueva contingencia. No por el pobre de Ezequiel, a quien nunca vi, sino para preservar mi salud anímica a resguardo de los mercaderes de la postración.

2 thoughts on “Relatos breves del autor

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  1. Es un goce encontrar a alguien que realmente sabe lo que están hablando en la red . Queda claro, que sabes cómo llevar articulo a la luz y que sea adictivo. Más internautas tiene que leer esto.

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